Aqui les dejamos con el cartel definitivo de la Procesión del Silencio, realizado por Juan Cairos que el mismo titula Gratiam et Silentium.
Nacido en La Laguna en 1973, desde muy temprano se inicio de forma autodidacta en el dibujo y la pintura.Cursó estudios de diseño grafico y fotografia. Gran apasionado de la historia, el arte y la literatura, es autor tambien del Auto de La Librea de la Virgen del Rosario desde 2014, un texto en verso rimado, propio del siglo XVI , que se representa en octubre durante las fiestas patronales de su pueblo Valle Guerra , y que cuenta los pormenores de la Batalla Cristiana de Lepanto . Es cartelista desde hace algunos años, especializado en carteles festivos y religiosos, ha ganado algunos concursos y posee una obra extensa, que lo ha llevado a ser llamado por diferentes fiestas de la comarca nordeste y fuera de ella.
El nos cuenta como se inspiro en esta obra.
Primero que nada, quiero agradecer a la Cofradía de Penitentes de la Misericordia de La
Laguna por confiar en mi trabajo como cartelista. Me siento honrado y muy orgulloso.
Desde que se me encomendó la noble y creativa tarea de representar la Procesión del Silencio
del Viernes Santo lagunero, me vino a la mente una experiencia personal que viví de joven en
mi pueblo, Valle de Guerra, durante una procesión. Quise trasladar esa vivencia al conjunto de
la obra. Lo que más me atrae es la mística que se respira esa noche, donde la antorcha de la
luna, a veces presente, rasga su velo de tinieblas, remonta el otero y alumbra la vega lagunera,
acompañada por los cirios de los cofrades. Cautivado por ese silencio, fui a buscarlo a su
estadía original, la Iglesia de Santo Domingo. Allí vi el santo sepulcro del Cristo Difunto, ya
centenario, en su hermosísima urna guarnecida por sus cuatro graciosos ángeles. Me inspiré
en la penumbra de su rincón, e imaginé cómo sería mostrar tan bella imagen al cielo nocturno
con luna, y componiendo como en una santa metáfora, el Gólgota con la cruz presente y una
palmera que simboliza nuestra tierra, materializaba la imagen llenándome precisamente de
ese silencio poético que buscaba. Esa atmósfera inspiradora, con la luz potente de la luna,
apenas desafiada por la tenue lumbre de los cirios, hacen de testigos mudos del Cristo de la
Misericordia que con tanto celo custodia la Cofradía.
Por último, un cofrade con su capirote altivo y solemne sujetando su regatón, contempla
silente la mística y la santidad del Señor Difunto, y de la iglesia de Santo Domingo, que “ha
abierto” sus vetustos muros para que el divino encuentro se hiciera patente para el regocijo
eterno de sus fieles y vecinos. Esta composición pictórica también se inspira del arte del
romanticismo del siglo XIX, del que soy admirador, y quise darle esa “oscura solemnidad” sólo
apreciable en la noche de procesión que a tantos y tantos fieles congrega cada viernes santo.
Gracias por esta maravillosa experiencia
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