domingo, 7 de abril de 2024

HAY TRES JUEVES EN EL AÑO QUE RELUCEN MÁS QUE EL SOL

Este refrán anunciaba antaño las festividades celebradas ese día de la semana: «Jueves Santo, Corpus Christi y Jueves de la Ascensión». 

El Jueves Santo hoy es el jueves superviviente de esas solemnidades, en el que ogaño como antaño celebramos la institución de la Eucaristía y del  Sacramento de la orden sacerdotal. En la tarde nos reunimos en la celebración en la Cena del Señor, centro verdadero en la vivencia de ese día.

Los cofrades participan en la solemne procesión intramuros del Santísimo hasta su reserva en el Monumento, para iniciar apresuradamente a su finalización los preparativos de la salida a la calle: encendido de las velas y las luces del paso; reparto de cirios, varas e insignias; los cuatro faroles y la cruz guía se colocan en la nave de la iglesia mientras el maestro de ceremonias avisa y ordena a los cofrades en la inminente partida invitándoles a que se organicen.

El efecto de luces único que el poniente arma al abrirse la puerta principal es único e irrepetible. Los cofrades están ya en la plaza esperando que a la hora en punto fijada, un año más, la imagen del Señor de la Humildad y Paciencia se enmarque en el varias veces centenario arco de la puerta conventual.

Suena el himno nacional y una marcha procesional interpretada por la banda de cornetas y tambores que de toda la vida acompaña al Señor, mientras éste permanece inmóvil, expuesto al silencio de todas las miradas que, como cita ineludible, han acudido hasta esta zona de la ciudad, muchos elegantemente vestidos según exige el protocolo del día.

El largo camino de los cofrades que revisa la urbe de punta a punta con un recorrido de ida y vuelta se hace muy corto; el cansancio no se nota.

La penitencia y la promesa cumplida lleva al cofrade al rezo y a la meditación ante el icono de un Jesús dolorido y flagelado que parece esperar su crucifixión y muerte aún cuando ya tiene en su costado, manos y pies los estigmas de haberlas sufrido. Le acompañan dos altivos angelitos que bien parecen ayudarle a soportar el próximo martirio de la cruz que tiene a su siniestra, bien parecen consolarle tras haber sido descendido de ella y que, aunque humilde y paciente, se presenta victorioso.

Eucaristía y pasión en la esencia del Jueves Santo en la iglesia parroquial de Santo Domingo de Guzmán de San Cristóbal de La Laguna.

Y cualquier otra cosa fuera de lo que les he contado, ciertamente «no es nada del otro jueves». Créanme.

Jesús Maury-Verdugo García.

                              

No hay comentarios:

Publicar un comentario